Por LUIS
BURGOS (FAO-ICOU)
INTRODUCCION
Nuevamente
la ruta 36 de la provincia de Buenos Aires en el tapete. Ya son incontables las
experiencias vividas a lo largo de tantas décadas por automovilistas,
ruralistas, turistas, pobladores, cazadores y pescadores. Encuentros de todo
tipo adornan la geografía de estos parajes, muchos solitarios, en su amplio
recorrido en pleno corazón de EL NIDO: Seguimientos de Sondas (pequeñas esferas
luminosas) a automovilistas, decenas de huellas en sus campos, observación
frecuente de objetos no identificados, luminosidades que brotan de los arroyos,
montes o mangas de ganado y cuantiosas fotografías conforman una casuística por
demás significativa. Y parodiando un poco con el título del film “FUEGO EN EL
CIELO” que narra la recordada experiencia de abducción de Travis Walton en 1975
en Arizona (USA), pasamos a los hechos.
TESTIGOS
PRIVILEGIADOS
Esta vez
nos tocó a tres miembros de la FAO ser testigos directos de un fenómeno
extraño. El regreso de la costa bonaerense por la ruta 36 un domingo al
anochecer, luego de pasar un fin de semana marino a veces resulta tedioso, si
le sumamos el cansancio a cuestas y la monotonía del viaje, pero también se
puede tornar tenso si nos encontramos con un transito de apresurados
conductores por llegar a destino. Pero la noche del domingo 11 de marzo de 2018,
al menos, nos deparó una sorpresa…
EL
MISTERIO DE LOS 500 METROS
Con Juan
al volante y Lucía en el asiento de acompañante, mi cuerpo se recostaba en la
parte posterior del lado derecho mirando, como siempre cuando no manejo, el
cielo estrellado en busca de ALGO…
Tal es
así que venía siguiendo dos “parpadeos constantes” hacia la costa rioplatense.
Uno se trataba de un avión de línea que sigue su ruta saliendo de Ezeiza o
Aeroparque y el otro, al que contabilicé unos ocho destellos, los realizaba
cada diez a doce segundos, lo que me llamó la atención y fijé mi vista hacia
allí, esta vez en busca de LUCI, aunque la notaba muy baja para ser nuestra
común amiga, ya que se posicionaba entre los 15º y 20º. De pronto la voz de
Lucía resonó en el habitáculo: “¿Y eso qué fue?” a lo que Juan acotó: “¡Una luz
se cayó!”. Mi vista cambió de dirección, pero ya era tarde porque lo que ellos
visualizaron ya había pasado para mi… el reloj indicaba las 20:30 horas.
EL
TESTIMONIO DE LUCÍA
“Veníamos por ruta 36 después de haber pasado un fin de semana de
pesca en Punta Rasa, justo el día anterior al comienzo de clases en las
escuelas secundarias. Sabemos que muchas personas aprovechan hasta el final de
sus vacaciones y vuelven “sobre el pucho” para retomar sus obligaciones. Por
este motivo la ruta se encontraba
bastante transitada en dirección a La Plata, cosa que siempre me obliga a poner
toda mi atención en el tráfico, aunque no vaya al volante. Después de una curva
bordeada de una frondosa alameda y de pasar la entrada a Ferrari, vi una luz verde
azulada que se prendió en forma lenta… como si fuera una lámpara dicroica,
pero apenas encendida descendió apagándose antes de llegar al suelo. Si bien la
noche y la velocidad me impedían dimensionar certeramente, podría decir que
estaba a no más 2 metros de altura, a unos 3 metros del filo de la ruta y entre
200 y 300 metros de distancia. Todo esto duró entre cinco y diez segundos. El
lado izquierdo del camino estaba circundado de árboles y me quedé viendo hacia
allí intentando encontrar una explicación a lo que acabábamos de ver. De pronto
apareció la luz blanca de una casa. Entonces torné la vista hacia abajo, a la
derecha, intentando ubicar un mojón, para saber con exactitud en qué lugar
estábamos.”
Segundos
después me percaté que al costado de la ruta y sobre el sector de la LUZ VERDE
AZULADA pegado a un poste en el alambrado se recortaba la figura de “UN
FUEGUITO”, diminutivo que aplico porque era una pequeña llama en el pasto.
Instintivamente pensé en una ofrenda a un supuesto Gauchito Gil de los caminos…
pero no. Por otra parte, con los pastos secos,
¿quién osaría prender fuego de noche a sabiendas de provocar un gran incendio?
a menos que sea una actitud intencional… Esta visión también lo tuvo a Juan como testigo fugaz,
pero en cambio, no a Lucía. El resto del viaje fue un concierto de dudas y
asociaciones: ¿Qué habían visto? ¿El fueguito se relacionaba con la misteriosa
luz? Lo concreto es que todo había transcurrido en esos 500 metros,
aproximadamente, que separaban la visión de la LUZ con la de EL FUEGUITO. Demás
está decir que lo primero que me vino a la mente fue aquella increíble
persecución de la familia Labaronnie en 2002 en los sucesos de Gobernador
Ugarte (Bs. As.) de un FUEGUITO a campo traviesa!!! Tal vez no tenga nada que
ver una cosa con la otra, pero el instinto es así, a veces nos juega una mala
pasada y a veces acierta…
LA
INVESTIGACION IN SITU
Como
todo ufólogo que se precie de INVESTIGADOR DE CAMPO y no de OPINOLOGO a
distancia, o RECOPILADOR de casos y entrevistas, apenas transcurridas 17 horas
del hecho, junto a Lucía retornamos a las 13:30 Hs. del día lunes a
la ruta 36 para localizar el sitio exacto de la experiencia vivida. El mojón
marca kilómetro 92, próximo al desvio del pueblo de Ferrari. Esa era la zona en
cuestión. Luego de algunas marchas y contramarchas, allí estaba EL FUEGUITO de
pocos centímetros de la noche anterior transformado en una marca quemada de forma ELIPSOIDAL de 3 metros
de diámetro!!! Es decir, que ese fueguito siguió su combustión y quemó una
interesante porción de pastos secos pegados al alambrado y debajo de “un poste
de luz”. Por qué no subió y prendió el poste, es un misterio… como así también por qué no traspasó el alambrado. Todo
se redujo a ese rastro afortunadamente sin provocar un incendio de los
pastizales, tal cual lo documentamos. La brújula marcaba el norte verdadero sin
ninguna variación. El contador Geyger no arrojaba anomalías, pero el detector
EEM encendió la alarma de detección con valores anormales, seguramente
potenciados por el tendido de los cables de luz. El Neodimio no dio resultado
positivo en busca de LIMADURAS DE HIERRO en la huella quemada. El entorno hacía
confluir varios POLOS DE ATRACCION: cableados, molinos cercanos, antenas, mangas de
ganado y arboledas.
CONCLUSIONES
Como
Hipótesis de Trabajo lo primero que tratamos de asociar es “fenómeno luminoso-
fuego en el suelo”, pero no podemos tener una certeza exacta. La observación de
esa fuente lumínica cercana a un fuego en el terreno no sería lo más indicado a
relacionar, excepto que una cosa (el fuego) haya sido provocada por la otra (luz
verde azulada). Tiempo y distancias coinciden al menos…
la marca QUEMADA no es la que deja el OVNI al
aterrizar o sobrevolar la superficie, pero sí existen algunos casos de
“quemazones” hechas por acercamientos de estos objetos. Y acá nos viene a la
memoria aquel recordado caso de LONDRES, (Catamarca) de 1982, donde un OVNI
provocó un vendaval que terminó incendiando varias construcciones del pueblo… y por qué no decirlo, la polémica gran huella ovoide
“quemada” de El Pajarillo, de 1986.
Y de resultas de todo esto, es importante recalcar que al momento de observarse la luz, seguir el trayecto en la ruta con el automóvil y distinguir el fueguito, NO SE PERCIBIÓ CORTE DEL SUMINISTRO ELÉCTRICO, en la finca lindante entre ambos puntos.
Y de resultas de todo esto, es importante recalcar que al momento de observarse la luz, seguir el trayecto en la ruta con el automóvil y distinguir el fueguito, NO SE PERCIBIÓ CORTE DEL SUMINISTRO ELÉCTRICO, en la finca lindante entre ambos puntos.
EPÍLOGO
UN
MISTERIO SIN RESOLVER, uno más, en este
complejo mundo de la Ovnilogía. Así como Demetrio, noches atrás terminaba de
escuchar el tema “Lucy en el cielo con diamantes” de Los Beatles, mientras
caminaba por una playa bonaerense y de repente se le apareció LUCI…
esta vez, un kilómetro más delante de la
observación del FUEGUITO, el cartel de una Iglesia Evangelista, al costado de
la ruta, rezaba: FUEGO DE LO ALTO…