martes, 12 de enero de 2021

EN BUSCA DEL TIEMPO PERDIDO

POR LUIS BURGOS (FAO-ICOU)

 

INTRODUCCIÓN



En más de siete décadas del Fenómeno Ovni en Argentina, posiblemente las ABDUCCIONES y las TELETRANSPORTACIONES sean los dos sucesos más relevantes, no sólo para investigar sino por todo lo que conllevan cada vez que se producen. Si bien, “cuantitativamente” nuestro país no posee un abundante dossier en la materia, la calidad de los episodios producidos “enmascaran” lo primero. Ambos tiene un punto en común: El temido MISSING TIME  o tiempo perdido, que tanto preocupa a los testigos, al no tener los mismos, recuerdos lúcidos de lo acontecido ante un encuentro con lo desconocido. Pero a su vez, han ocurrido sucesos de observaciones cercanas de objetos anómalos o contactos con extrañas entidades donde también ha aflorado el famoso “tiempo perdido”. En síntesis, un misterioso combo muy difícil de investigar, por el simple hecho que las contradicciones suelen surgir en todos los relatos, ya que el testigo no es el dueño de la situación en espacio y tiempo, sino más bien, la víctima.

  

¿CUANDO OCURRE EL MISSING TIME?

 Esta anomalía humana, más presente de lo que se cree, aflora en cuatro escenarios relacionados directamente con el Fenómeno OVNI y en otro, por fuera de una experiencia directa.

1 - OBSERVACIONES: En ocasiones, el testigo NO RECUERDA un pasaje de su avistamiento OVNI u observación de ENTIDADES. Narra con lujo de detalles el suceso, pero surge un momento en que se trastoca la realidad vivida con una nebulosa temporal, donde la falta de minutos “corta” la cronología del evento. En algunos episodios, el testigo queda “adormecido”, lo que hace aún más difícil la situación.

2 - ABDUCCIÓN: En el  99% de los casos, existe TIEMPO PERDIDO en el protagonista. Generalmente se lo deposita en otro sitio, sea cercano o lejano de donde fue secuestrado, pero hay una parte en blanco que prácticamente es “irrecuperable” por más estudios que se le realicen a la persona secuestrada.

3 - TELETRANSPORTACIÓN: Desplazamiento INSTANTÁNEO de un sitio a otro, sea una ruta o camino, donde el testigo viajando en un móvil “no recuerda haber transitado” determinado trecho en kilómetros. En otras circunstancias, recuerda haber estado “sin el control de su vehículo en ese trayecto”. Ambos casos, van acompañados de irrupciones de luminosidades (generalmente violáceas o amarillentas), bancos de niebla, presencias de extraños objetos cercanos (ejemplo: trenes luminosos donde no hay vías), rayos o refucilos inusuales, lluvias repentinas, etc.

4 - RALENTIZACIÓN: Se denomina RALENTIZAR cuando “la acción permite lograr que algo  se vuelva más lento o se desarrolle con menor rapidez”. O sea, consiste en  reducir la velocidad o en dotar de lentitud a cierto procedimiento. Lo contrario a la Teletransportación y también viene acompañada de visiones anómalas previas.

5 - EXPERIENCIAS ONÍRICAS: El escenario se sitúa entre pesadillas y despertares y la persona no sabe si las imágenes vividas fueron un sueño o una realidad. La situación se produce en muchos casos de Visitantes De Dormitorio (VDD) y la víctima describe condiciones reales mezcladas. Se las conoce como imágenes HIPNAGÓGICAS y aparecen durante el adormecimiento en su faz inicial, e imágenes HIPNOPÓMPICAS, que tienen lugar en los momentos previos al despertar completo. Ambas experiencias no son patológicas, o sea, no son signo ni síntoma de tener enfermedad mental alguna, pero contienen missing time



EN BUSCA DEL TIEMPO PERDIDO TAN TEMIDO

Para tener una idea de cómo se producen y qué fenómenos acontecen en estos casos de “tiempo perdido”, veamos algunos clásicos ejemplos argentinos que hemos investigado y que nos merecen absoluta confianza testimonial.

 

Missing Time en observaciones de OVNIS:

A las 19:45 horas del 10 de octubre de 1968, Miguel Raimundo Ojeda (20) se hallaba pescando frente al muelle de la fábrica Acindar, en Villa Constitución (Santa Fe), cuando advierte un objeto volador con forma de “media luna”, color amarillo y violáceo, de un metro de diámetro aproximadamente, que avanzaba por el río. El testigo comienza a sentir extraños ruidos en el piso y un zumbido penetrante hasta que pierde el conocimiento. Se despierta a las 21:00 Hs. y a unos 1500 metros de distancia de donde se encontraba. Pidió auxilio y se lo trasladó al consultorio del doctor Bonacorsi, comprobando el facultativo una serie de marcas en el cuerpo como de quemaduras, insensibilidad en sus piernas y reacción a los estímulos de luz. Ojeda jamás recordó ese lapso faltante de 75 minutos. Intervino personal policial local.

El 21 de setiembre de 1978, a las 18:45 Hs., en las afueras de La Plata (Buenos Aires), la señora C. A. Casas se ve sorprendida al cruzar un sendero de un monte de eucaliptus, por un haz de luz cónico que impacta delante de ella. Alza la vista, y por encima de los árboles distingue un objeto oscuro con una luz roja central en su panza. Sólo atinó a cerrar los ojos. Retoma su lucidez a pocos metros de su domicilio e inexplicablemente al llegar, unos 20-25 minutos después, no lo comenta a su familia porque “no recuerda lo ocurrido minutos antes” y reacciona recién luego de 72 horas, al entablar conversación con mi persona sobre el caso de los pilotos chilenos del Rally, acontecido la madrugada del 23 de setiembre. Recién allí es cuando aflora una parte de los sucesos, ya que esos minutos de missing time nunca retornaron a su memoria. Como dato complementario, en su ropa interior notó un manchón extraño como “aceite de auto”.


Daniel Vidal (47), Secretario General del SOEM (Sindicato de Obreros y Empleados Municipales) de Puerto Deseado (Santa Cruz) me manifiesta que viajaba en soledad, la noche del lunes 18 de febrero de 2019, desde Trelew hacia Comodoro Rivadavia, en su Renault Megane 2000 naftero, itinerario que hacía periódicamente. A las 03:20 Hs. de la madrugada, ya del martes 19 de febrero, había rebasado unos pocos kilómetros la ciudad de Comodoro, cuando observa “un extraño objeto volador, iluminado, a baja altura sobrevolando la región” y que no comparo con ninguna aeronave conocida. Detiene el rodado a un costado de la banquina, pone las balizas, observa la hora y se baja. Cruza la solitaria ruta para una mejor visión, coloca sus manos en los bolsillos y se dispone a contemplar el misterioso artefacto hacia el sector norte. La noche se encontraba límpida y en calma absoluta. Sólo se percibía en el ambiente el canto de los grillos

Daniel Vidal no sale de su asombro: Un “rectángulo volador”, muy superior  a un Boeing 747 (cuyo tamaño es entre 60 y 70 metros), de color cromado y a unos 200 metros de altura se bamboleaba lentamente sobre la zona en completo silencio. Con luces en todo su alrededor y dos prolongaciones laterales también iluminadas, maniobraba en aparente actitud de inspección de la superficie, como “si la estuviera escaneando”. Vidal, en determinado momento, atinó a “saludarlo”, ya que según su estimación el aparato estaría a menos de 500 metros de su posición. En su trayecto final dio la impresión de descender tras una lomada para luego retomar su viaje. Regresa a su automóvil y prosigue marcha, rondando en su cabeza la increíble experiencia que había vivido allí, solo, en la ruta, frente a un OVNI 

Según Vidal, me cuenta que el encuentro habría durado unos 15 minutos, entre que se baja y sube posteriormente al auto. Sin embargo, el reloj marcaba 03:50 Hs., es decir, 30 minutos duró entonces la observación completa, cosa que él “no recuerda que hubiera estado media hora afuera del vehículo”. En su memoria pues “FALTARÍAN ESOS 15 MINUTOS”. El motor del automóvil nunca se detuvo, en cambio su reloj pulsera de agujas se detuvo a las 03:20 Hs. Según el testigo, le dio la impresión que el trayecto de regreso a su auto “fue más largo” que cuando se bajó y camino unos metros para una mejor visión.


Missing time en Observaciones de Entidades (asociadas o no):

A las 16:30 Hs. del 25 de agosto de 1999, Carlos Colón, mecánico automotor, conducía su camioneta Chevrolet modelo 98` por la ruta número 5, luego de haber estado en un campo de la región de Trenque Lauquen. Al pasar las vías empieza a sentir un ZUMBIDO en la radio del vehículo, que venía escuchando en sintonía FM. Primeramente le echó la culpa al teléfono celular que tenía conectado a la gaveta. Pero el zumbido se hizo más intenso, casi insoportable, comparado a "un montón de mosquitos en la oreja". También pensó que podría ser el alternador del móvil.

Así las cosas y luego de hacer una curva, recuerda que se colocó en la banquina de la ruta sin parar el motor. Probó de cambiar la frecuencia de la radio, pero ésta no funcionó. Le llamó poderosamente la atención un movimiento a la derecha. Al levantar la vista divisa entre el parabrisas y el vidrio de la puerta, "algo" que venía en dirección a él y a mucha velocidad. Como primer impulso, Colón trató de bajar de la camioneta y se quedó mirando ahora, entre la rueda de auxilio y la cabina. En medio del susto, distingue a CINCO FIGURAS BLANCAS

Estas siluetas parecían personas pero con un aspecto muy raro, principalmente del hombro hacia arriba. Su altura era de unos 2,50 metros, aproximadamente, y su conformación antropomórfica similar a los humanos, pero no igual. Estos seres venían dentro de una PANTALLA (de la cual nunca salieron) comparada a la de un cine o como una parábola, quizás un metro más alto que las figuras. A cincuenta metros del testigo, esta "pantalla" mermó la velocidad y se estacionó, ahora a no más de 15 metros de Colón, quien podía distinguir la altura de las siluetas porque tuvo que levantar un poco la visión para verlos claramente.

Los intrusos se encontraban todos juntos, parados uno al lado del otro en línea, con los brazos caídos y piernas abiertas, deslizándose siempre dentro de esa "pantalla". De acuerdo al testimonio del testigo, los personajes se miraban entre ellos. Hacían pequeños movimientos con las cabezas y por un instante miraron al protagonista. Éste no pudo divisarles nariz, boca ni ojos, solamente una mancha negra en lo que sería la cabeza el cuerpo era blanco. 

Así, los humanoides estuvieron parados un rato, para tomarse de los brazos como formando un círculo y poniendo sus cabezas hacia adentro, como juntándolas. De inmediato, la "pantalla" comenzó a reducirse y se convirtió en un cono de color gris oscuro. Según Colón, lo que interfería para que la visión fuera perfecta era una especie de “niebla en remolino”, como si se encontraran detrás de un vidrio tipo inglés. Luego de esto, todo desapareció de repente se esfumó como si se apagara un televisor. El testigo quedó mirando hacia arriba para ver dónde se habían ido los visitantes, pero no divisó absolutamente nada. Sólo quedaban el campo y él

Más que una sorpresa se llevó Colón cuando advirtió la radio encendida de la camioneta, ubicada en la banquina y a varios metros. SIN RECORDAR COMO LLEGÓ HASTA ALLÍ, Colón aparece al costado de la alambrada donde estaban los seres estacionados. En ese momento sintió miedo. Corrió hasta su Chevrolet, se sentó y emprendió un raudo regreso a la ciudad de Trenque Lauquen, mirando para todos lados. Recién luego de trasponer La Zanja empezó a reaccionar. No sabía por qué iba tan rápido, si nadie lo corría, y comenzó a sentir una fea sensación de cansancio, como de un "cuerpo molido" después de una gripe. Llegó a atribuirlo a un ataque de presión, aunque el médico posteriormente le diría que fue como consecuencia de la tensión nerviosa.

Según Colón el encuentro duró "entre dos y siete minutos". Las horas siguientes no podía sacarse la visión de la experiencia de su mente. Dos días después de los hechos consulta a su médico, quien le realiza varios estudios y todo estaba normal en su cuerpo. Por tanto, un solo camino le quedaba para comprobar que algo le había sucedido: volver al sitio del encuentro. Y hacia allí se trasladó, y para su sorpresa, en el lugar exacto del alambrado encontró los papeles de la guía de encomiendas de la empresa de transporte Chevallier, con el vuelto de dinero en su interior que llevaba consigo. A Colón se le empezaba a aclarar el panorama y buscó algún tipo de huellas, pero halló nada más que sus pisadas. Diego Sánchez de nuestra FAO, investigó el incidente en su época y le otorgó una notable credibilidad.


Missing Time en Abducciones:

Luis P. y su amigo Rodolfo, jóvenes oriundos de Buenos Aires, se trasladaban en un automóvil Fíat 600 hacia Miramar, donde el primero tenía un departamento. El viaje de medianoche del 12 de abril de 1972 y de 450 kilómetros transcurría tranquilo, escuchando música y con un cielo estrellado, sin viento. A las 05:00 Hs. se detienen en Mar del Plata a desayunar y parten nuevamente a eso de las 05:30 Hs. Toman por ruta 11 y pasan el Faro. Al llegar al bosque de Peralta Ramos notan que el camino estaba cortado. Observan un caballete grande blanco con un tacho abajo y un cartel que decía DESVÍO y una flecha que señalaba a la derecha. Al doblar, el camino estaba con piedras grandes pues no era un camino hecho por la Red Vial.

La madrugada ya se presentaba oscura e inmediatamente de penetrar en ese camino, comenzó a llover en forma torrencial y el limpiaparabrisas no daba abasto. Hicieron 30 o 40 metros y se toparon con una tranquera cerrada. Dan marcha atrás, giran, hacen 80 metros y se encuentran con otra tranquera. A la izquierda estaba la flecha y a la derecha supuestamente salía la ruta. Entonces, continuaron unos metros más y ven que el camino se transformaba, había pasto y tierra, como si fuera la primera vez que pasaba alguien por allí

En ese momento, Rodolfo se pone muy nervioso y le dice a Luis P. que lo deje manejar, cosa muy extraña, ya que él lo hacía muy mal. Luis accede e intercambian las ubicaciones. Retoman el camino haciendo la primera maniobra y encuentran la misma señal de desvío. Hacia la izquierda estaba la tranquera pero de repente, observan una huella entre el medio del campo y se introducen por allí. Al cabo de unos 20 metros aparecen "parados" arriba de la ruta con Mar del Plata hacía la izquierda y Miramar a la derecha. No llovía más y entonces intercambian las ubicaciones para proseguir viaje a Miramar. Había llegado ya la media mañana.

Al arribar a su destino, estacionan el auto y como no tenían las llaves del departamento, tocan el timbre de Tito, el encargado del edificio, y se retiran a descansar. Siempre acostumbraban dormir dos o tres horas, pero se sentían muy cansados, más de lo normal. Los despierta el encargado y su familia, golpeando la puerta con mucha violencia, como dando mazazos. Lo increíble es que la hora en la cual habían sido despertados era las 10 de la mañana pero del "domingo" 14 de abril. Habían transcurrido 24 horas durmiendo aproximadamente, y esta situación explica el comportamiento del encargado.

Luego de almorzar comentan todo lo sucedido pero no lograban ponerse de acuerdo sobre lo que realmente les había sucedido: Luis P. y Rodolfo aducían haber arribado a primera hora del sábado 13 y Tito, el encargado, les decía que en realidad llegaron al mediodía. Al preguntarles el porqué del auto embarrado, le comentan de la lluvia que tuvieron que soportar en el trayecto, y recibieron como respuesta que “jamás había llovido” porque el hijo de Tito, que estudia en Mar del Plata, corrobora este hecho ya que había llegado ese mismo sábado. Quisieron tratar de certificar las numerosas circunstancias tan extrañas en que estaban envueltos, decidiendo entonces tomar el auto de Tito, un Peugeot 403 e ir hasta Mar del Plata, notando con asombro que el camino estaba normal, no había rastros de agua, ni marcas que explicara todo lo vivido esa madrugada por ellos.

Luego de este incidente, Luis P. y Rodolfo nunca más tocaron el tema. Con el tiempo, Rodolfo se radica en Estados Unidos, donde reside actualmente. Luis P. por su parte, siempre tiene predisposición a mirar el cielo, luego de esta experiencia inusual

Interrogado mucho tiempo después en sesiones de relajación, Luis P. manifiesta que cuando pasaba por “las tranqueras” sentía frío, Recordó además que detrás había un pasto alto, como si fuera trigo. Al penetrar en ese pasto siente que éste es suave y el frío es muy intenso. Finalmente puede observar un “trompo gigante” que aparece como suspendido y en el cual hay una escalera, de la cual bajan dos figuras con características humanas, de estatura media, 1.80 m., con un casco gigante protector, tipo escafandra. Los dos están iguales y no puede definir la vestimenta. Los seres están a 15 metros de Luis P. y Rodolfo. En ningún momento hay una comunicación telepática sino que todo era por medio de señas. Ve las barandas finitas de la escalera, al tocarla percibe que es porosa como si fuese óxido, y los escalones eran tres, muy anchos y planos, con rayitas para no resbalarse, de color aluminio.

Los seres se colocan uno adelante y el otro detrás. Ambos introducen a los dos hombres en ese objeto con forma de trompo. El interior de la misma es una sala pequeña de tres metros, aproximadamente, iluminada, pero no puede identificar la procedencia de ella. Además hay un sillón, tipo de odontólogo muy moderno de color negro, encontrándose detrás una columna que da a una especie de escalera de bomberos. Una parte va para arriba y el sillón está pegado a ese caño a donde lo sientan. A Rodolfo lo llevan hacia el costado izquierdo, a otro sector, que parecía ser la parte principal de la nave. Una vez sentado le colocan un cinturón, como el de los autos chocadores. En todo momento se siente muy cómodo, le parece "normal" sentarse en ese lugar, en un ángulo de 90º. Observa el piso de la nave, que le parece al de una "conejera". Eran todos fierritos, uno al lado del otro y no divisó ventanas pero si la puerta principal que se iba cerrando y presentaba muchas manijas del lado de adentro, siendo de acero inoxidable. Puede tomar más detalle de los seres, que eran dos, y le parece que su vestimenta se le asemeja a un muñeco, de los neumáticos "Michelin" pero más flaco. Los pies presentaban una especie de patas de rana. Le colocan una burbuja o una pecera redonda en la cabeza, muy amplia y todo se transforma adentro como en una niebla de color naranja, produciéndose un silencio total. En ese momento se abre la puerta y lo traen a Rodolfo, el ser que lo acompaña hace un ademán para que se retire y le indica al otro que le quite todo a Luis P. y haga lo mismo. Se abre la puerta y aparece la escalera. Luis P. se resbala ya que le parece mojada. Para él, la mañana ya estaba a pleno. La nave luego desaparece y lo único que queda es un gran silencio. Entonces, suben al auto y constatan que era las 10:20 Hs. de la mañana del sábado 13 de abril.

Caso investigado en su momento por nuestra compañera del grupo “Experiencias Ovnis” Alicia Coscarella, junto a Eduardo Irioni y Norma Pregliasco, todos de C.A.E.F.A (equipo supervisado por Fabio Zerpa).-

 

Missing Time en Teletransportaciones:

Si bien la veintena de estos casos que conforman nuestro Banco de Datos se localizan en distintas provincias argentinas, dos rutas bonaerenses sobresalen por sobre el resto: La RN Nº 5, en el tramo que va desde el oeste bonaerense hasta adentrándonos a la capital pampeana, Santa Rosa, previo paso por Catriló, la enigmática Lonquimay, La Gloria, Uriburu y Anguil, como así también la sureña RN Nº 3, misteriosa si las hay, en el rectilíneo trayecto Bahía Blanca- Viedma. Pero un emblemático caso ocurrió en la década de los 70 en Córdoba

Atilio Brunelli (55), catedrático de música, y Severino Porchietto (61), jubilado industrial, ambos vecinos oriundos de Balnearia y posteriormente residentes en la ciudad de Córdoba, fueron invitados el viernes 14 de julio de 1972 a participar de una reunión de camaradería, a efectos de rememorar épocas musicales juveniles. Ambos se trasladaron a la ciudad de Balnearia en el automóvil Ford Falcon, modelo 1968, propiedad de Porchietto. El sábado 15 por la noche fueron despedidos con una cena y baile en el mismo club del festejo. En esa ocasión a Brunelli le fue entregada una plaqueta conmemorativa, mientras que a Porchietto un pergamino recordatorio, lo que de por sí habla de la elevada respetabilidad que le tenían.

A las 02:30 Hs. de la madrugada del domingo 16 de julio procedieron a retirarse del lugar de reunión para emprender el regreso a Córdoba. Antes de emprender el regreso  hacia Córdoba llenaron el tanque de nafta (65 litros). La marcha era regular y sostenida, oscilando la velocidad entre 80 y 100 km/h, según los accidentes propios del camino. El vehículo era conducido por Porchietto, cuando 3 o 4 minutos después de haber superado la localidad de Arroyito se vieron sorprendidos por un tremendo “destello de luz blanca” que iluminó el área como de día. Brunelli alcanzó a divisar una forma oscura en el cielo, a la altura del marco superior del parabrisas; pero no pudo apreciar con precisión sus contornos, ya que el techo del automóvil le obstaculizó toda visión ulterior. No le dio importancia al hecho (al que, en principio, tomó por una nube) y acompañó la observación con la expresión: "¡Tormenta!". Eran exactamente las 03:10 Hs. y se encontraban a 76 km. de Balnearia.

Instantes después observaron en el costado izquierdo del camino, a unos 50 metros de la ruta, y sobre un terreno completamente llano,  “una hilera de luces rectangulares que atribuyeron a un convoy ferroviario detenido”. Las luces, de coloración anaranjada parecían corresponder a una estructura de unos 50 metros de largo, cuyos contornos no pudieron determinar, ya que se fundían en la oscuridad.

Porchietto confiesa que no prestó mayor atención al "tren", aunque recuerda perfectamente las características de las luces. Brunelli, en cambio, fue girando su rostro a medida que la imagen era superada por el vehículo, aunque admite que la observación la hizo con aire de natural despreocupación. El avistamiento duró unos 10 segundos. Perdido de vista al "convoy", la atención de Brunelli se centró en mirar incesantemente el cielo, a fin de localizar la tormenta. No vio nubes que confirmaran su presentimiento. La noche era despejada. Los astros brillaban con marcada luminosidad.

Pocos minutos después repararon que se aproximaban a una población que por sus luces pensaron que se trataba de Río Primero, aunque les extrañó sobremanera tal circunstancia, ya que no habían traspuesto otras localidades no menos importantes, como Tránsito y Santiago Temple. Súbitamente se enfrentaron con una curva hacia la izquierda que no correspondía a las características del lugar y la sorpresa fue recíproca, ya que, conociendo perfectamente la ruta, no esperaban esa desviación.

Siguieron avanzando, comprobando que se trataba de la localidad de Montecristo, situada 25 km después de Río Primero. Al margen del asombro momentáneo, no dieron importancia al hecho ya que pensaron que la propia naturaleza del viaje nocturno les había creado la impresión de un itinerario mucho más corto. Se alegraron de encontrarse en las proximidades de Córdoba. Los 28 kilómetros que restaban para llegar a esta ciudad, los devoraron en 15 o 20 minutos, llevando Porchietto a su acompañante su domicilio  y retirándose después hasta su vivienda particular, ubicada a dos cuadras de allí. Al entrar en su casa, Brunelli notó que el reloj de su habitación marcaba las 03:30 Hs. pero confiesa no haberse extrañado mayormente por la circunstancia de haber recorrido 185 kilómetros en apenas una hora. Porchietto, por su parte, expresó que arribó a su domicilio a las 03:35 Hs. aseverando que, es bien probable que cuando dejó al señor Brunelli en su casa, fueran las 03:30 Hs.

Ambos coinciden en afirmar que cuando llegaron a Córdoba les embargaba un raro estado de euforia (en la velada no consumieron alcohol). No sentían fatiga alguna por la jornada festiva ni por el viaje de regreso. Brunelli confiesa que experimentó la necesidad de despertar inmediatamente a su esposa y dos hijas para participarles de las atenciones recibidas en Balnearia, pero, aspecto curioso, en ningún momento les refirió (por no tenerlas presente) las peripecias del retorno, con su fenómeno luminoso, el "convoy" y la inexplicable reducción del viaje. Porchietto acotó que a las 08:00 Hs., ya se encontraba levantado, no acusando tampoco cansancio alguno. Pero a diferencia de Brunelli, narró horas después a sus familiares todas las vicisitudes vividas durante el regreso.

Lo extraño comenzaba a tomar forma: Un hijo del señor Porchietto se aprestaba esa mañana a viajar en el Ford Falcon a la ciudad de Río Cuarto. Al ir a constatar la cantidad de nafta que tenía advirtió que el tanque (cuya capacidad es de 65 litros) estaba a medio llenar. Le indagó a su padre si había vuelto a cargar combustible tras tu regreso de Balnearia, a lo que, obviamente, Porchietto respondió en forma negativa. Asombrado por la afirmación de su hijo, se apresuró a confirmar la realidad de lo manifestado. En efecto, el vehículo sólo había consumido 12,5 litros, cuando ordinariamente consume 25 litros en ese trayecto.


A partir de esa mañana, Brunelli comenzó a notar un hormigueo que localizó en la región dorso-lumbar derecha. La sensación que experimentaba la describió como “una suerte de adormecimiento” que, haciéndose cada vez más notorio, se circunscribía a un perfecto círculo de 1,5 centímetros de diámetro. El área quedaba insensibilizada por completo. Luego de unos 2 minutos volvía a sentir un hormigueo creciente, hasta recuperar su natural sensibilidad. Estas manifestaciones se repitieron por espacio de 4 días, a razón de 4 o 5 por día. Su esposa expresó que en ningún momento el fenómeno se tradujo en manifestaciones somáticas. No advirtió ninguna mancha, verruga o coloración especial en la piel. Pero recuerda que cada vez que los síntomas se presentaban, su esposo le pedía que tratara de determinar si notaba alguna tonalidad especial en el área afectada.

Al mediodía del lunes 17 de julio, una de las hijas de Brunelli (que había estado horas antes en contacto telefónico con Porchietto, quien le había referido las peripecias del viaje de retorno), le preguntó a su padre si no les había sucedido algo curioso durante el regreso. Recién entonces relató los fenómenos descriptos precedentemente. Pese a la trascendencia de los hechos, el mismo Brunelli nos confesó que no acierta a explicarse la razón por la cuál su mente "marginó" esos episodios por espacio de casi 33 horas. No obstante la significación de los mismos, y su notable memoria, no recuerda haberlos rememorado con posterioridad a su llegada a Córdoba y sólo lo hizo cuando su hija le formuló la pregunta en tal sentido.

De todos modos, a partir de allí Brunelli sintió la necesidad de ponerse nuevamente en contacto con Porchietto a fin de intercambiar impresiones sobre la experiencia vivida. Como resultado de ello, confirmaron las características del "vagón iluminado", las horas de salida y de llegada a Córdoba. Ambos coinciden que les ha resultado incomprensible la falta de curiosidad que demostraron por el extraño convoy, cuyas ventanillas no eran cuadradas, sino rectangulares, como pórticos. Además, no había ningún tipo de luz o reflector en cada uno de los extremos del objeto, y lo que es más notable, la vía del ferrocarril corre a 10 metros del camino y no a 50 metros del mismo, distancia ésta que correspondía aproximadamente al estacionamiento del supuesto "convoy". Tampoco encontraron respuesta satisfactoria a los motivos por los cuáles no entraron en cuenta de que lo visto era algo realmente anormal, y les parece imperdonable que no hayan optado por regresar inmediatamente a indagar la naturaleza de esa presencia. Brunelli reconoce ser de un espíritu extremadamente curioso y confiesa que en la emergencia no obró como regularmente lo hubiera hecho.

Porchietto dijo que instantes después de la observación del “tren”, tuvo la rara impresión de que el automóvil se balanceaba a escasos centímetros del pavimento. Brunelli, en cambio, confiesa no haber experimentado esa sensación, pero reconoce que a ambos les llamó la atención el andar suave del vehículo, no apreciándose en absoluto los numerosos accidentes de la ruta. No llevaban la radio encendida. No advirtieron fallas en el motor ni en las luces. Tampoco en sus relojes. No percibieron niebla ni olor alguno, ni experimentaron durante la observación del "convoy" sensaciones musculares o cutáneas de ninguna especie. En un viaje diurno que emprendieron posteriormente a Balnearia no pudieron localizar exactamente el sector del incidente, pero piensan que se produjo unos pocos kilómetros después de Arroyito, última localidad que se percatan de haber traspuesto. En síntesis, ambos coinciden que evidentemente hay un tramo de 81 km respecto del cual, los protagonistas, NO RECUERDAN ABSOLUTAMENTE NADA DE NADA...

 

Missing Time en Ralentizaciones:

En la madrugada del 23 de septiembre de 1978, Carlos Acevedo y Miguel Ángel  Moya recorrían los últimos 1000 kilómetros del Rally “Vuelta de América del Sur”. Aproximadamente a las 02:00 Hs., se detuvieron en la estación de servicios del ACA de Viedma (Río Negro) donde llenaron el tanque de 50 litros y un depósito suplementario de 40 litros. A las 02:30 Hs. el Citroën 102 estaba nuevamente en lo ruta con rumbo a Bahía Blanca, luego de cruzar el Río Negro y la ciudad de Carmen de Patagones. A las 03:00 Hs habían dejado atrás el cruce de la RN Nº 3 con el camino vecinal que conduce al pueblo de Cardenal Cagliero y se encontraban a la altura del Salitral del Algarrobo, unos 30 kilómetros al norte de la ciudad de Carmen de Patagones. Acevedo se encontraba al volante. De pronto observó una potente luminosidad que se reflejaba en el espejo retrovisor. Era una luz densa, de una coloración amarillenta. Al principio se distinguía sólo como un punto en el espejo, sin embargo su tamaño iba aumento

Los pilotos viajaban en aquellos momentos a casi 100 kilómetros por hora. Pese a ello la luz parecía acercarse rápidamente, por lo que Acevedo supuso que se trataba de las luces frontales de alguno de los automóviles de la clase de mayor cilindrada (Citroën 2400 o alguno de los Mercedes Benz), por lo que decidió disminuir sensiblemente la velocidad de su automóvil y pegarse al borde derecho de la cinta asfáltica, a fin de facilitar el paso de lo que suponía era otro competidor del Rally. La luz ya abarcaba todo el espejo retrovisor y continuaba acercándose a gran velocidad. De pronto el habitáculo se “llenó de luz y no podía ver más allá del capot del auto. Era una luz densa, muy brillante, de color amarillo con algunos tintes violáceos. En ese momento el auto me pareció fuera de control. Miré por la ventanilla y estábamos a casi dos metros del asfalto. De inmediato pensé que habíamos saltado un ‘lomo de burro’ y comencé a volantear, preparándome para el momento en que tomáramos nuevamente contacto con el asfalto”, relató Acevedo. Sin embargo, el automóvil lejos de descender, parecía continuar elevándose incontroladamente.

“Tras algunos segundos reaccioné, me di cuenta que aquello era algo completamente anormal. Quise mirar nuevamente por la ventanilla pero lo único que se veía era esa luz densa. Recuerdo que comencé a gritar “¿Qué pasa?” pero Moya no me contestaba. Cuando miré hacia mi derecha mi compañero no estaba allí, o al menos yo no lo podía ver. En realidad, ni siquiera podía ver el tablero de instrumentos. Sólo veía esa luz, que parecía como un líquido, algo así como pegajosa”, recordó Acevedo.

Por su parte, Moya permanecía como paralizado por el temor: “En un primer momento yo también pensé un “lomo de burro” y me asustó la posibilidad de un vuelco, pero cuando noté que el auto parecía flotar en el aire y no descendía me atemoricé aún más. Realmente era una situación que no podía comprender. Lo miré a Carlos y lo vi rígido, con los brazos extendidos aferrando el volante y la vista clavada frente. Parecía que estaba gritando pero yo no oía nada. Lo veía todo como a través de una niebla amarilla, como si yo estuviera distante, en otro lado. Mi primera reacción fue escapar de allí, y quise abrir la puerta pero no pude, parecía como soldada. Noté que la temperatura se elevaba aunque a lo mejor era producto de mi estado de temor. De pronto la luz lo envolvió todo y yo ya no veía nada, ni siquiera veía mis manos, nada”. Ambos perdieron entonces la noción del tiempo. De pronto sintieron una sacudida y notaron que el automóvil estaba nuevamente en tierra.

“Creo que habrán  pasado uno o dos minutos cuando sentí una sacudida leve, pero de inmediato tuve la impresión de que el auto estaba otra vez sobre la ruta. En ese mismo momento la luz amarilla pereció que se hacía menos intensa y de a poco pude ver a mi alrededor: vi el tablero y el capot del auto. Miré por la ventanilla y vi la tierra, estábamos en la banquina a contramano, sobre la izquierda de la ruta, totalmente detenidos. De pronto la luz dejó el habitáculo y observé que se alejaba hacia el oeste. Era algo así como “un cono de luz amarilla”, pero que no terminaba en punta sino que estaba como truncado. Sería como de cuatro o cinco metros en la base y dos o tres en la cúspide, y de unos seis metros, quizá siete, de altura. La base iluminaba el terreno, aunque en realidad no se veía que era lo que iluminaba, o sea, no se veía a través de la luz. Unos segundos después la luz se retrajo o se levantó como una cortina, de abajo hacia arriba, y lo único que quedó a la vista fue una luz blanco-amarillenta, ovalada, que siguió rumbo al oeste hasta desaparecer en la distancia”, relató Acevedo.

Moya tardó algunos segundos en recuperarse de la impresión producida por la anormal situación vivida: “De pronto todo pasó y estábamos solos en la ruta, nos miramos con Carlos pero no podíamos decirnos nada. Yo estaba como entumecido, me temblaban las manos y sentía una opresión en el pecho, me costaba respirar”. Los dos permanecieron en silencio por algunos segundos, sin atinar a realizar ninguna acción. Acevedo descendió del vehículo para “ver si todo estaba en su lugar”.

Un minuto después ascendió nuevamente al Citroën y, a toda marcha, continuaron por la RN Nº 3 rumbo norte. Tras solamente 15 minutos de viaje, los chilenos arribaron a Pedro Luro, localidad a 123 kilómetros al norte de Carmen de Patagones. Se detuvieron en una estación de servicio, a fin de averiguar la ubicación de un destacamento policial, y al controlar el instrumental del auto, constataron dos hechos anómalos: el odómetro marcaba que desde Viedma a Pedro Luro habían recorrido 52 kilómetros, cuando la distancia real entre las dos localidades es de 127 kilómetros. A su vez, habían arribado a Pedro Luro a las 05:10 Hs., habiendo salido de la zona urbanizada de Carmen de Patagones a las 02:50 Hs. Cubriendo el trayecto a una velocidad media de 100 kilómetros por hora no deberían haber insumido más de 75 minutos para cubrir la distancia existente entre ambos puntos, pero en realidad lo habían hecho en 2 horas y 20 minutos! Es decir, hay un faltante inexplicable de más de una hora

Los testigos constatarían un tercer hecho inexplicable: Al llenar el tanque principal de combustible, observaron que el depósito secundario estaba absolutamente vacío, pese a que había sido llenado con 40 litros en Viedma. Todas estas situaciones confundieron aún más a los testigos, quienes temerosos, decidieron dar cuenta a la policía de Pedro Luro. Allí fueron muy bien atendidos por el oficial inspector Daniel Osimi, a quien le relataron el incidente y le solicitaron se les facilitara custodia hasta Bahía Blanca.


Celeste M. y Nicolás A. (matrimonio miembro de “Experiencias Ovnis”) parten desde Bahía Blanca (Bs. As.) a las 01:00 Hs. de la madrugada del 27 de julio de 2016, con rumbo a Viedma, en su Ford Fiesta 1.6 modelo 2016, es decir, prácticamente 0 km. A sabiendas que les quedaba ¼ tanque de combustible y ello no les iba a alcanzar para recorrer en tres horas los casi 280 kilómetros que los separaban de su destino, ya que el automóvil consumiría unos 20 litros en ese tramo, deciden parar en una estación de servicio cuando llegasen a Pedro Luro. Así las cosas, el viaje, al igual a los que ya habían realizado en otras oportunidades en ese mismo camino, transcurrían con total normalidad bajo un cielo parcialmente nublado y oscuro. Ya con Pedro Luro a la vista se aproximan a la estación de servicio y allí comienzan a manifestarse una serie de ANOMALÍAS visuales y geográficas dignas de un film de ciencia ficción:

La estación de servicio se hallaba cerrada y TOTALMENTE A OSCURAS. Ese hecho lo recuerdan por llamarle poderosamente la atención, ya que esta permanece abierta durante la noche. Pero la imagen que se les presenta de la misma y sus adyacencias es como en un estado de “desolación y abandono”

Deciden proseguir y ya en la ruta se percatan de “una luz blanca a lo lejos”, tipo LED, y creyendo que era algún percance con un vehículo, detienen la marcha y le realizan SEÑAS obteniendo increíblemente “una respuesta LUMINOSA titilante”. Pero nada más que eso. Todo quedó en ese fugaz intercambio. En ese instante se dan cuenta que era “algo anormal” lo que sucedía ya que la enigmática luz comienza “como a ESCANEAR el campo aumentando su tamaño”por tanto, optaron por continuar el viaje en el total silencio de la noche.

En determinado momento Nicolás queda unos instantes como “shockeado” por las circunstancias, aminorando la marcha y mirando fijo esa luz que por un momento se tornó ROJA. Es allí donde Celeste, entra en pánico y comienza a vociferar y llorisquear. El estado nervioso se había apoderado de ambos

A partir de esos momentos, comienzan a observar en las banquinas, unas siluetas de aves, como “MURCIÉLAGOS” pero con patas largas. De una estatura aproximada a los 50 centímetros, estas entidades de color negro y ojos rojos, salían corriendo hacia el campo, desplegaban sus alas y levantaban vuelo. Estas apariciones se presentaban de a una o dos cada 100 metros a medida que el auto se desplazaba por la ruta. Dichas criaturas nos hacen recordar el famoso caso americano del 21 de agosto de 1955 en la granja de la familia Sutton, ubicada entre las localidades de Kelly y Hopkinsville, estado de Kentucky, USA, cuando se les presentan horrorosas figuras antropomorfas durante la noche

La radio del automóvil, en la cual venían escuchando música, comenzó a hacer “interferencias”  y notan que el mismo tema musical SE REPETÍA una y otra vez, durante varios minutos. A su vez, al comprobar que “ambos celulares dejaron de funcionar” la tensión iba en aumento la inquietante luz permanecía en la cercanías cruzando la ruta en más de una ocasión. Una situación insólita, sin dudas, se vivía en esos momentos y Nicolás acelera a unos 130/140 kph a pesar del escaso combustible que tenía en el tanque con tal de arribar a destino 

El que conoce o ha transitado por la RN Nº 3 sabe perfectamente que es regularmente transitada, tanto de día como de noche, y es común observar el paso de camiones. Pues bien, durante todo el recorrido de varias horas el Ford Fiesta del matrimonio NO SE CRUZÓ CON VEHÍCULO ALGUNO, NI TAMPOCO RECUERDAN HABER PASADO POR LA ENTRADA DE ALGÚN PUEBLO EN SU DERROTERO, LUEGO DE PASAR POR PEDRO LURO! (Juan. A. Pradere, Villalonga y Stroeder). Y el otro detalle por demás llamativo es que tampoco observan las luces de las casas campo adentro.

El matrimonio jamás advirtió otra estación de servicio donde reponer combustible, la LUZ  los seguía acompañando, el automóvil superaba holgadamente los 130 kph, las horas pasaban, las extrañas FIGURAS a la vera del camino se iban sucediendo y los nervios ya habían hecho mella en ambos. Pero el objetivo era llegar a su domicilio en Viedma era lo único que deseaban.



Al aproximarse a la entrada de Carmen de Patagones, el matrimonio coincide que allí es cuando la persistente luz “desaparece” y distinguen perfectamente las luces de la ciudad. Con el tanque de nafta prácticamente vacío arriban a su vivienda en Viedma (Río Negro) pasadas las 06:00 Hs. de la madrugada es decir, que un viaje que normalmente  consume 3 horas, lo realizaron en 5 horas! Otros pormenores externos rodearon al caso, pero lo concreto es que, más allá de todas las vicisitudes, la intriga que nos queda es saber QUÉ PASÓ EN ESOS 120 MINUTOS FALTANTES. Y acá es donde entra en juego el famoso missing time. Allí, sin dudas, está “la clave” del incidente. Cronológicamente pudimos reconstruir las escenas, sabiendo que, si bien el matrimonio aduce “no perder la conciencia” en ningún momento, los hechos nos demuestran que algo totalmente insólito sucedió en su entorno y que en esas interminables 5 horas “hay algo que nos falta aún” para armar el rompecabezas. Es como si estuviésemos viendo una película con imágenes surrealistas  y con intermitencias, donde el final se prolonga muchísimo más de la cuenta. Ninguno de los dos presentó secuelas físicas a posteriori


EPILOGO

Distorsiones temporales, cuadros psíquicos, efectos físicos, memorias vulnerables, variaciones del entorno geográfico, amnesias, sueños, pesadillas, evidencias, anomalías, trastornos. Todo un combo de situaciones que habitan dentro de la mente de cada protagonista de este tipo de eventos. Mientras tanto, la inteligencia rectora encargada de tales manipulaciones, ya prepara sus nuevas víctimas Sabemos que hay un hilo conductor en toda esta clase de acontecimientos, por tanto: ¿El Fenómeno juega con nosotros? ¿Somos piezas de un experimento? ¿O es parte de su propia existencia?